jueves, 24 de marzo de 2011

¿Por qué Libia sí y Birmania no?

La intervención de la comunidad internacional en Libia está legalmente fundamentada en la llamada Responsabilidad de Proteger (RdP). Este principio fue acordado en 2005 por la mayoría de los miembros de las Naciones Unidas tras años de presión por parte de ONG y organismos humanitarios. En él se establece que los estados tienen la obligación de proteger a sus poblaciones frente al genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza étnica y los crímenes contra la humanidad. Cuando estos gobiernos permanecen al margen o son parte activa de los crímenes, la comunidad internacional tiene la responsabilidad de intervenir para proteger a los civiles.

La RdP es el modo en el que el mundo dice 'nunca más' tras el el genocidio nazi, Sbrenica o Ruanda. Sin embargo, los principios acordados en los despachos rara vez se han trasladado a los campos de batalla. De acuerdo con uno de los informes más prestigiosos en este ámbito, en 2010 se produjeron 28 conflictos importantes y 'altamente violentos', que dejaron cientos de miles de víctimas civiles. La mayor parte de ellos son conflictos olvidados en donde la protección internacional ni está ni se le espera.

El Global Centre for the Responsibility to Protect (Centro Global para la RdP), estima que en estos momentos hay en el mundo diez países donde dicho principio se debería de aplicar de inmediato (datos y mapa obtenidos de esta misma fuente):

- RD del Congo: desde 1996 ejército y guerrillas se ensañan con la población civil.

- Myanmar (antigua Birmania): desde 1962 se llevan a cabo limpiezas étnicas regulares.

- Guinea Conakry : desde el 29 de septiembre de 2009 reina la inestabilidad y se registran muertes y agresiones atroces a civiles (150 muertos y 1.200 agresiones denunciadas ese mismo día).

- Kirguistán: entre el 10 y el 14 de junio de 2010, al menos 350 civiles de la etnia Uzbak fueron asesinados, 2.326 fueron heridos y 400.000 sufrieron desplazamientos forzosos.

- Kenia: el periodo post-electoral de 2007 dejó casi 1.300 muertos y medio millón de desplazados. Muchos temen los resultados de las elecciones previstas para 2012.

- Nigeria: más de 13.500 civiles asesinados desde 1999 (entre 150 y 500 solo el pasado 7 de marzo) como consecuencia de conflictos políticos y religiosos. Hay elecciones previstas para el 11 de abril de 2011.

- Sri Lanka: se estima que entre abril y mayo de 2009 murieron asesinados unos 6.400 civiles.

- Sudán: a pesar del referéndum sobre la secesión de Sudán del Sur, este sigue siendo uno de los puntos de mayor riesgo del planeta.

- Costa de Marfil: desde las elecciones del 28 de noviembre de 2010 han muerto unos 365 civiles y se han visto obligados a desplazarse casi 300.000, en una situación de tensión y violencia crecientes.

... y Libia: se estima que en una semana han muerto más de 1.000 civiles.

En la medida en que la intervención militar en Libia esté orientada a la protección de los civiles en riesgo, bienvenida sea. Pero, ¿por qué Libia sí y Birmania no? ¿qué hace a los opositores de Gadafi más vulnerables que las mujeres violadas y asesinadas en la RD del Congo? ¿qué podemos esperar de países como España, que los lunes venden armas a la dictadura libia y los miércoles ofrecen fuerzas para destruirla? El terremoto político en el norte de África demuestra hasta qué punto se está transformando el orden mundial. La responsabilidad de proteger debe constituir una de las piedras angulares de ese nuevo orden y no un recurso de conveniencia para dictaduras de quita y pon

De Gonzalo Fanjul en http://blogs.elpais.com/3500-millones/2011/03/por-que-libia-si-y-birmania-no.html

lunes, 7 de marzo de 2011

Sembrar en el desierto

del blog de Juan Torres López: http://juantorreslopez.com/impertinencias/141-impertinencias-de-febrero-de-2011/2286-sembrar-en-el-desierto.html

Algunos comentaristas ... suelen argumentar que no podemos cambiar, que hay estructuras sociales y sentimientos humanos más fuertes que las rocas más duras y, como ellas, inamovibles. Yo no lo creo. No le he creido nunca y no voy a creerlo ahora que me voy haciendo más mayor y tengo que sentirme cada vez más joven. Yo confío y creo en la fuerza transformadora de los seres humanos e incluso, aunque es verdad que a veces tengo dudas, en la fuerza arrolladora de su humanidad. No suele hacer falta que nadie me convenza de eso pero a menudo recibo muestras de que no soy el único que piensa así y eso hace aún más profundas mis creencias. Hace unos días me ha vuelto a pasar. Recibí unas declaraciones del médico tunecino Moncef Marzouki, un opositor a la dictadura de Túnez que durante los últimos años había vivido exiliado en Francia y que de nuevo ha vuelto a su país, y me siento aún más convencido de que, más tarde o más temprano, como dijo Salvador Allende,"se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre". Dice Marzouki:

"Tengo dos técnicas para mantener una actitud psicológica positiva. La primera es que me digo que el tiempo geológico no es el tiempo de las civilizaciones, que el tiempo de las civilizaciones no es el de los regímenes políticos y que el tiempo de los regímenes no es el de los hombres. Hay que aceptarlo. Si me comprometo en el proyecto de transformar Túnez, con quince siglos de antiguedad, no voy a transformarla en veinte años. Debo aceptar por tanto los plazos del tiempo largo. Y a partir de ahí, no me desanimo, porque mi horizonte no consiste en los próximos seis meses o en la próxima elección presidencial: es el de los próximos cien años, que yo no veré, como es evidente.


Y la otra técnica proviene del hecho que soy un hombre del sur. Vengo del desierto y vi a mi abuelo sembrar en el desierto. No sé si usted sabe lo que es sembrar en el desierto. Siembra en una tierra árida y luego espera. Si cae la lluvia, recolecta. No sé si usted ha visto el desierto después de la lluvia, ¡es como la Bretaña!. Un día, usted marcha sobre una tierra completamente quemada, luego llueve y lo que sigue, usted se pregunta cómo ha podido producirse: tienes flores, verdor...Todo simplemente porque los granos ya estaban ahí...Esta imagen me marcó de verdad cuando era niño. Y, en consecuencia, ¡hay que sembrar! ¡Incluso en el desierto, hay que sembrar!
 Y es de esta manera que veo mi trabajo. Siembro y si mañana llueve, está bien, y si no, al menos los granos están ahí, porque ¿qué va a pasar si no siembro? ¿Sobre qué caerá la lluvia? ¿Qué es lo que va a crecer, piedras? Es la actitud que adopto: sembrar en el desierto... ".

jueves, 24 de febrero de 2011

La independencia, otro nombre de la dignidad - E. Galeano

Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.
Discurso pronunciado por E Galeano el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808.


Quiero dedicar este homenaje a la memoria viva de dos Carlos: Carlos Lenkersdorf y Carlos Monsiváis, amigos muy queridos que ya no están, pero siguen estando.

***

Y empiezo por decir gracias: Gracias, Marcelo, por este regalo, esta alegría. Te digo gracias en nombre propio y también en nombre de los muchos sureños que jamás olvidarán su gratitud a México, el país de su exilio, refugio de perseguidos en los años de mugre y miedo de nuestras dictaduras militares.

Y quiero subrayar que México merece, por eso y por muchos otros motivos, toda nuestra solidaridad, ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros ponen los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.

***

Este acto generoso me honra por venir de quien viene. La ciudad de México está a la vanguardia en la lucha por los derechos humanos, en un amplio abanico que va desde la diversidad sexual hasta el derecho a respirar, que ya parecía perdido.

Y mucho me honra recibir esta ofrenda, porque mucho tiene de desafío: en nuestros países la independencia plena es todavía, en gran medida, una tarea por hacer, que nos convoca cada día.

***

En la ciudad de Quito, al día siguiente de la independencia, una mano anónima escribió en una pared: Último día del despotismo y primero de lo mismo.

Y en Bogotá, poco después, Antonio Nariño advertía que el alzamiento patriótico se estaba convirtiendo en baile de máscaras, y que la independencia estaba en manos de caballeros de mucho almidón y mucho botón, y escribía: Hemos mudado de amos.

Y el chileno Santiago Arcos comprobaba, desde la cárcel:

–Los pobres han gozado de la gloriosa independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron contra las tropas del rey.

***

Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes, peleando por ella, se habían jugado la vida; y las mujeres, los analfabetos, los pobres, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Aconsejo echar un vistazo a nuestras primeras Constituciones, que dieron prestigio legal a esa mutilación. Las Cartas Magnas otorgaron el derecho de ciudadanía a los pocos que podían comprarlo. Los demás, y las demás, siguieron siendo invisibles.

***

Simón Rodríguez tenía fama de loco, y así lo llamaban: El loco. Decía locuras, como éstas:

–Somos independientes, pero no somos libres. La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en nuestra América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nuestra América no debe imitar servilmente, sino ser original.

Y también:

–Enseñemos a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.

Don Simón decía locuras, y hacía locuras. Allá por mil ochocientos veinte y pico, sus escuelas mezclaban a los niños y a las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y también unían la cabeza y las manos, porque enseñaban a leer y a sumar, y también a trabajar la madera y la tierra. En sus aulas no se escuchaban los latines de sacristía y se desafiaba la tradición del desprecio por el trabajo manual. Poco duró la experiencia. Un clamor de indignadas voces exigía la expulsión de este sátiro que ha venido a corromper a la juventud, y el mariscal Sucre, presidente del país que ahora llamamos Bolivia, le exigió la renuncia.

A partir de entonces, anduvo a lomo de mula, peregrinando por las costas del Pacífico y las montañas de los Andes, fundando escuelas y formulando preguntas insoportables a los nuevos dueños del poder:

–Ustedes, que imitan todo lo que viene de Europa y de los Estados Unidos, ¿por qué no les imitan la originalidad, que es lo más importante?

Este viejo vagabundo, calvo, feo y barrigón, el más audaz y el más querible de los pensadores de América, estaba cada día más solo, y solo murió.

A los ochenta años, escribió:

–Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.

***

Simón Rodríguez fue un perdedor. Según la escala de valores de este mundo, que sacraliza el éxito y no perdona el fracaso, los hombres como él no merecen memoria.

Pero, ¿acaso no está vivo don Simón en la energía de dignidad que hoy recorre nuestra América de norte a sur? ¿Cuántos hablan por su boca, aunque no lo sepan, como hablaba en prosa aquel personaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa?

¿Acaso don Simón no nos sigue enseñando, un siglo y medio después de su muerte, que la independencia es otro nombre de la dignidad? Es verdad que todavía pesa, y mucho, la herencia colonial, que aplaude la copia y maldice la creación y admira, como denunciaba don Simón, las virtudes del mono y del papagayo. Pero también es verdad que son cada vez más los jóvenes que sienten que el miedo es una cárcel humillante y aburrida, y libremente se atreven a pensar con sus propias cabezas, sentir con sus propios corazones y caminar con sus propias piernas.

***

Yo no creo en Dios, pero sí creo en el humano milagro de la resurrección. Porque quizás se equivocaban aquellos dolientes que se negaban a creer en la muerte de Emiliano Zapata, y creían que se había marchado a Arabia en un caballo blanco, pero sólo se equivocaban en el mapa. Porque a la vista está que Zapata sigue vivo, aunque no tan lejos, no en las arenas de Oriente: él anda cabalgando por aquí, aquí cerquita nomás, queriendo justicia y haciéndola.

Y fíjense ustedes lo que ha ocurrido con otro perdedor, José Artigas, el hombre que hizo la primera reforma agraria de América, antes que Lincoln y antes que Zapata.

Hace casi dos siglos, él fue vencido y condenado a la soledad y al exilio. En años recientes, la dictadura militar del Uruguay le erigió un ampuloso mausoleo, queriendo encerrarlo en cárcel de mármol. Pero cuando la dictadura intentó decorar el monumento con algunas de sus frases, no encontró ninguna que no fuera subversiva. Ahora el mausoleo tiene fechas y nombres de batallas, y ninguna frase. Involuntario homenaje, involuntaria confesión: Artigas no es mudo, Artigas sigue siendo peligroso.

Cosa curiosa: con tantos vivos que hablan sin decir, en nuestras tierras hay muertos que dicen callando.

***

Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos cometieron la insolencia de amar a su tierra, y por ella se jugaron la vida. Pero está visto que el patriotismo es el honorable privilegio de los países dominantes: sólo los que mandan tienen el derecho de ser patriotas. En cambio, los países dominados, condenados a obediencia perpetua, no pueden ejercer el patriotismo, so pena de ser llamados populistas, demagogos, delirantes: nuestro patriotismo se considera una peste, peste peligrosa, y los amos del mundo, que nos toman examen de Democracia, tienen la mala costumbre de conjurar esta amenaza a sangre y fuego.

Bienaventurados sean los perdedores, porque ellos se negaron a repetir la historia y quisieron cambiarla.

Bienaventurados sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras y lanzados a las cumbres del éxito trepan lamiendo hacia arriba y escupiendo hacia abajo.

Bienaventurados sean los indignados, y malditos sean los indignos.

Maldita sea la exitosa dictadura del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, porque el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa.

Bienaventurado sea el abrazo, y maldito sea el codazo.

***

Sí, pero… Cuántos perdedores, ¿no?

Cuando algún periodista me pregunta si soy optimista, yo contesto, sinceramente:

–A veces. Depende de la hora.

Siempre me parecieron más bien inhumanos los optimistas full time.

Creo que el desaliento es un derecho humano, y de algún modo es también la prueba de que somos humanos, porque no sufriríamos el desaliento si no tuviéramos aliento.

Hay que reconocer que no es muy alentadora la realidad, que tiene la jodida costumbre de recompensar a los exprimidores del prójimo y a los exterminadores de la tierra, el agua y el aire. Y en cambio, las más apasionantes aventuras de transformación de la realidad suelen quedarse a mitad de camino, o se extravían y se pierden, y muchas veces terminan mal.

Hay que reconocerlo, digo, pero también cabe preguntar: Cuando esas lindas experiencias colectivas terminan mal, ¿de veras terminan? ¿No hay nada que hacer, sólo nos queda resignarnos y aceptar el mundo tal cual es, como si fuera destino? Hace pocos años, se puso de moda la teoría del fin de la historia. Más de uno se tragó ese sapo, a pesar de que el sentido común nos demuestra, con poderosa sencillez, que la historia nace de nuevo cada mañana.

Lo mejor de este asunto de vivir está en la capacidad de sorpresa que la vida tiene. ¿Quién podía presentir que los países árabes iban a vivir este huracán de libertad que están ahora viviendo? ¿Quién iba a creer que la plaza de Tahrir iba a dar al mundo esta lección de democracia? ¿Quién iba a creer lo que ahora puede creer ese muchachito plantado en la plaza durante días y noches, cuando dice: Nadie nos va a mentir nunca más?

Al fin y al cabo, cuando la historia dice adiós, o eso parece decir, ella nos está diciendo, o al menos murmurando: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.

Y yo me despido de ustedes, ahora, que ya es hora, como la historia me enseñó, diciéndoles gracias, diciéndoles: hasta luego, hasta lueguito, nos estamos viendo.

* Palabras pronunciadas el 22 de febrero de 2011, en la ceremonia de entrega de la Medalla 1808, que el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, otorgó al escritor Eduardo Galeano.

http://www.jornada.unam.mx/2011/02/23/index.php?section=politica&article=014a1pol

martes, 26 de octubre de 2010

Noam Chomsky y las 10 estrategias de manipulación mediática

1- La estrategia de la distracción.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2- Crear problemas, después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3- La estrategia de la gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4- La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5- Dirigirse al público como criaturas de poca edad.
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

6- Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7- Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8- Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9- Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!

10- Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

de http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/15337

lunes, 18 de octubre de 2010

Tal vez mi última carta a Memet

Por una parte


los verdugos

como un muro nos separan

Y además

este cochino corazón

me ha hecho una malvada jugarreta

Mi niño, mi Memet

quizá la suerte

no me permitirá volver a verte

Lo sé

tú serás un muchacho

a la espiga de trigo parecido

Cuando joven

yo también era así

de elevada estatura, rubio, esbelto.

Vastos serán tus ojos como los de tu madre

con un rastro de pena amarga a veces

Tendrás la frente inmensamente clara

y una voz muy hermosa

Atroz era la mía

Cuando cantes

habrás de desgarrar los corazones

Y sabrás conversar brillantemente

Yo también fui un maestro en la materia

cuando no me irritaban

Desde tu boca brotará la miel

¡Ah, Memet,

qué verdugo serás

de corazones!

No es fácil educar a un hijo sin su padre

No apenes a tu madre

Yo no he podido darle la alegría

Que la tenga de ti

Tu madre

como la seda fuerte, dulce como la seda

Tu madre

será bella aún a la misma edad de las abuelas

como aquel primer día en que la vi

cuando tenía diecisiete años

a la orilla del Bósforo

Era el claro de luna

era el claro del día

semejante a la fruta más perfecta (*)

Tu madre

Una mañana, como de costumbre

nos separamos ¡hasta luego!

Era para no vernos nunca más

Tu madre

es la más bondadosa de las madres

Que ella viva cien años

y que Dios la bendiga

Mi hijo, mi Memet, yo no temo morir

pero a pesar de todo

a veces, trabajando,

o en esa soledad precursora del sueño

repentinamente

siento un sacudimiento

Contar los días es difícil

Uno no puede hartarse del mundo

Memet

no puede hartarse.

No vivas en la tierra


como un inquilino


ni en la naturaleza


al modo de un turista


Vive en este mundo


cual si fuera la casa de tu padre


Cree en los granos


en la tierra, en el mar,


pero ante todo en el hombre.


Ama la nube, la máquina y el libro


pero ante todo, ama al hombre


Siente la tristeza


de la rama que se seca


del planeta que se extingue


del animal inválido


pero siente ante todo la tristeza del hombre.


Que todos los bienes terrestres


te prodiguen la alegría


Que la sombra y la luz


te prodiguen la alegría


Que las cuatro estaciones


te prodiguen la alegría


Pero ante todo, que el hombre


te prodigue la alegría.

Nuestra patria, Turquía

es un país hermoso

entre tantos países

y sus hombres

los que no están falseados

son laboriosos

meditativos y valientes

pero atrozmente miserables

Se ha sufrido, se seguirá sufriendo todavía,

pero a pesar de todo habrá un futuro espléndido.

Tú en nuestra tierra, con tu pueblo

construirás el comunismo

Con tus ojos lo verás

Con tus manos lo tocarás.

Memet, yo moriré tal vez

muy lejos de mi idioma

lejos de mis canciones

muy lejos de mi sal y de mi pan

con la nostalgia de tu madre y de ti

y de mi pueblo y de mis camaradas

Pero no en el exilio

Mas no en el extranjero

En el país de mis sueños moriré

En la blanca ciudad de mis más bellos días

Memet, mi niño

Te confío

al partido comunista de Turquía

Me voy pero estoy calmo

La vida que se va extinguiendo en mí

proseguirá por largo tiempo en ti

y en nuestro pueblo, eternamente.




Nazim Hikmet

viernes, 20 de agosto de 2010

From now on...

From now on, this blog, in its most personal and intimate version, will continue as sabaisipuedes ... There, I will try to organize my feelings and my thoughts, after that nightmare that made me change my life. I will try to write down my confusion and the blackness filling in my mind and soul.

Hoping to be able to reach that point when you don't need to write down any more, as your own thougths do not fight to go out as a pressure cooker. Hoping to reach that point where i could keep writing and show it to the closest ones, not fearing to hurt them. Thats why i'm writing this in english. To avoid that certain people could read the inner part of me.

For the others... Specially for you.. you are smart enough to follow my steps...  And I' d love you to do it...

jueves, 1 de julio de 2010

Testigo del horro: Los Rohingyas

de: http://www.elpais.com/articulo/portada/Testigo/horror/elpepusoceps/20091108elpepspor_7/Tes

Esta minoría musulmana de Birmania se ve salvajemente perseguida por la Junta Militar de su país. Viajamos para conocer a los refugiados rohingyas en Bangladesh y Malaisia. Quinta entrega de la serie con la que Médicos Sin Fronteras y El País Semanal quieren rescatar del olvido a las víctimas de la violencia.

He aquí una fórmula para hacer fortuna en tiempos de crisis. Vayan a la punta suroriental de Bangladesh, en la frontera con Birmania, y compren un viejo barco de pesca. Costará 100.000 taka, o 1.000 euros. Prevean 500 euros para arroz y agua potable y quizá otros 500 euros para sobornos. Luego vayan a buscar clientes entre los más desposeídos de Bangladesh, un país tan densamente poblado y tan pobre, que, para que España tuviera unas condiciones económicas similares, debería contar con una población de 550 millones y una renta media, no de la mitad de la que tiene hoy un español, durante la peor recesión que se recuerda, sino de la vigésima parte.

Pero el mercado al que apuntamos aquí es incluso más pobre. Hablamos del que debe de ser el pueblo más olvidado de Asia, y quizá del mundo. Se llaman a sí mismos rohingyas y son una minoría musulmana que vive en Birmania; 30.000 de ellos han sufrido una persecución tan cruel a manos de la junta militar de su país, en gran medida debido a su religión, que han preferido huir al otro lado de la frontera para vivir en un campo de refugiados construido por ellos mismos en una pequeña colina tan ardiente, abarrotada y plagada de enfermedades, que, por contraste, los miserables pueblos vecinos de pescadores en Bangladesh parecen la Costa del Sol.

De las 30.000 personas que viven en el campo, llamado Kutupalong, un tercio son niños menores de 10 años. Cuando un fotógrafo, un trabajador de Médicos sin Fronteras y yo los visitamos, vimos cómo sonreían, se reían, armaban alboroto. La inocencia es la felicidad. No se habrían reído si hubieran tenido alguna idea del destino que les aguarda cuando sean adultos o que quizá esté al acecho a la vuelta de la esquina. Se dan casos aquí de madres desesperadas que, cuando no ven otra posibilidad de supervivencia, venden a los niños, habitualmente para que se conviertan en esclavos; esclavas sexuales, si son niñas. Pero ésos no son los clientes en los que están interesados los inversores de la zona. Lo que buscan son hombres jóvenes, normalmente de entre 16 y 25 años, que osan soñar con un futuro más brillante que lo mejor que puede ofrecerles Bangladesh, pedalear día y noche como conductores de rickshaw, lo que les permite ganar las suficientes migajas como para poder seguir pedaleando el día y la noche siguientes. Para esos jóvenes, la tierra prometida es la nación islámica de Malaisia, un tigre asiático de rascacielos relucientes, modernos puentes y limpias autopistas que se encuentra a 1.500 kilómetros al sur de Bangladesh, un país que, al aterrizar allí en un Airbus 330 de las líneas aéreas malayas, me pareció pertenecía a otro mundo, otro siglo. El Airbus no es una opción para los rohingyas, que no tienen pasaportes porque no se les considera ciudadanos en su propio país. Aquí intervienen los barcos de pesca, el arroz, el agua potable y los sobornos. El empresario astuto, que se ve a sí mismo como una especie de agente de viajes, ofrece a esos jóvenes soñadores un trayecto por mar hasta Malaisia por una tarifa de 200 euros por cabeza. En el barco, de unos 20 metros de largo, cabría normalmente una docena de pescadores. Pero, para este tipo de viaje, sin ninguna necesidad de llenar la embarcación de pescado, el objetivo es llenar hasta 100 cupos. Eso significa una ganancia de 20.000 euros para una inversión de 2.000: un beneficio del 1.000%.

Una limitación del negocio es que sólo se puede emprender a finales de año. Diciembre, invierno en esa parte del trópico, es cuando las tormentas de los mares del sureste asiático se calman y las corrientes y los vientos son favorables para Malaisia. Mientras escribo, los traficantes están comprándose barcos y vendiendo paquetes de viaje, igual que hace un año, cuando más de mil zarparon de las costas de Bangladesh. He hablado con media docena de esos aventureros por separado; aquí figuran las historias de tres de ellos. Sufrieron tormentas, hambre, enfermedades, sed, palizas, cárcel, trabajos forzados y, en diversos momentos de sus trayectos, la seguridad de que iban a padecer muertes lentas y terribles.

Otro tipo de muerte lenta era de la que habían huido en Birmania. Las historias que contaban los viajeros de su vida en su país coincidían con las que me habían contado unos líderes rohingyas en el campamento de Kutupalong, un panorama que evocaba imágenes de la era de la esclavitud en Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX, con un trasfondo no del todo diferente a las vicisitudes más recientes de los palestinos desplazados.

Los rohingyas viven en el noroeste de Birmania, en un Estado llamado Arakan, un nombre que suena al de un hermoso país mágico en uno de los cuentos de Narnia, de C. S. Lewis, pero es, en este caso, una tierra triste en la que gobiernan tiranos. Birmania, dirigido sin tregua por un régimen casi tan impenetrable y siniestro como el de Corea del Norte desde que se negó a aceptar los resultados de las últimas elecciones democráticas en 1990, es un país cerrado a los periodistas extranjeros. Al hablar con los rohingyas se comprende por qué.

Discriminados porque son musulmanes en un país budista, porque suelen tener la piel más oscura que la mayoría de los birmanos (un alto diplomático birmano los calificó recientemente en público de "marrones oscuros" y "tan feos como ogros"), y por una compleja historia de resistencia al control central (en la II Guerra Mundial se aliaron con los británicos en vez de con los japoneses, de quienes eran partidarios en su mayoría los birmanos), son unos presos sin Estado propio en el país en el que han nacido. No pueden trasladarse de un pueblo a otro sin permiso de las autoridades militares locales; no pueden casarse ni tener hijos sin permiso; no tienen la potestad de resistirse cuando les confiscan sus tierras poco a poco para dárselas a colonos budistas llegados de las ciudades; no tienen la fuerza para resistir la obligación de trabajar la tierra que les han robado, sin cobrar nada a cambio; ni pueden oponerse a hacer todas las tareas serviles que les exigen los militares, desde construir carreteras hasta cargar arroz, hasta cortar hierba, y no pueden practicar su religión libremente. Al caer la noche, cuando deberían ir a la mezquita a rezar, no están autorizados a salir de casa. Y existe una política claramente dirigida a debilitar el islam en el Estado de Arakan: cuando se atrapa a alguien efectuando reparaciones en una mezquita, desde arreglar un tejado hasta pintar una pared, se le castiga con la cárcel y una multa.

"Nos dicen que es su país, que no es nuestro", me dijo uno de los viajeros rohingyas con los que hablé, un chico educado, tímido, devotamente religioso, de 19 años, llamado Mohammed. Era el mayor de ocho hermanos, y su padre había decidido que debía ser el salvador de la familia: su misión era viajar hasta Malaisia, encontrar trabajo y enviar periódicamente dinero a casa. "Mi padre estaba muy triste, pero dijo que yo era la única esperanza de la familia". Al saber, por un familiar en Bangladesh, lo que costaba el viaje a Malaisia, el padre de Mohammed vendió dos bueyes y 0,2 hectáreas de tierra por el equivalente a los 200 euros que costaba el billete al paraíso. El chico atravesó las montañas hasta Bangladesh, y allí, antes de subirse a un pequeño barco, junto con otros 82 hombres rohingyas -el más joven, de 12 años; el más viejo, de 60, la mayoría, de unos 18-, el pasado mes de diciembre, llamó con el teléfono móvil de un pariente a su familia. "Tenía la sensación," me dijo, "de que me estaba separando de mi familia para siempre".

Salim -delgado, menudo, pulcro y con voz atiplada- es el segundo de los viajeros de esta historia. Cuando salió el año pasado de Arakan tenía 17 años. Tiene cuatro hermanos y cuatro hermanas. "Mis hermanos mayores tenían que cortar el césped de los soldados, recoger leña para ellos, limpiar sus casas. Eran esclavos", me explicó. "Vi que mi futuro era negro y decidí irme y encontrar otra vida". Llegó hasta Bangladesh, encontró a unos contrabandistas de personas, como él los llamaba, y se puso en contacto con su familia para decirle cuánto dinero necesitaba. "Vendieron sus arrozales; toda la tierra que poseían".

Moniur, mayor que los otros dos, con 23 años, se había ido de Arakan 10 años antes, y en ese periodo trabajó sin respiro como conductor de rickshaw, uno de los miles que se ven llenar las calles del sureste de Bangladesh, en una proporción de 10 rickshaws por cada vehículo a motor. Tenía el rostro delgado y serio de todos los de su gremio, unos hombres obligados a llegar hasta el límite del esfuerzo físico con una alimentación mínima.

Los tres partieron en distintas embarcaciones por la misma ruta: hacia el sur por la bahía de Bengala hasta el mar de Andamán, costeando por el oeste de Tailandia; luego hacia el estrecho de Malaca, dejando Indonesia al oeste, antes de atracar en algún lugar de la provincia de Penang, en el norte de Malaisia. Era un viaje de 1.500 kilómetros; la cantidad de comida y las condiciones de vida en los barcos respondían siempre a un objetivo sencillo: proporcionar el máximo beneficio a los traficantes. No estaban esposados, pero, en todos los demás aspectos, su situación evocaba una vergüenza lejana: la de los africanos occidentales que cruzaban el Atlántico como animales en los barcos de los tratantes de esclavos. La diferencia estaba en que los refugiados rohingyas se subieron a los barcos por voluntad propia. Su grado de desesperación por buscar una vida mejor se demostró nada más comenzar sus aventuras, ya que no salieron corriendo en la otra dirección cuando vieron y olieron el barco que iba a ser su hogar durante dos semanas, si todo iba según lo previsto, cosa que no ocurrió.

Está el caso de Salim, de 17 años, apiñado con otros 107 en la bodega pestilente de un barco de pesca, donde se había almacenado el pescado antes de dirigirse a la costa en los largos años de vida de la embarcación de madera. Los hombres estaban tan abigarrados (nunca fue más apropiada la expresión "como sardinas en lata") que no podían moverse ni un centímetro. Algunos se marearon y vomitaron: todos tenían que orinar y defecar donde estaban.

Pero los seres humanos pueden acostumbrarse a casi todo, si les sostiene la esperanza. Mohammed, Salim y Moniur sabían que lo arriesgaban todo, pero, mientras combatían las náuseas y el hedor y se enfrentaban con desesperada valentía al terror de la muerte en alta mar, no tenían ni idea de hasta qué punto estaban cargados los dados en su contra. En los barcos de Mohammed y Salim, la comida y el agua se acabaron al cabo de 10 días; en el de Moniur, al cabo de 8. En los tres casos estaban aún a unos 500 kilómetros de Malaisia, y pasaron dos días bajo el sol tropical sin nada para comer ni beber. Llegar a su destino dejó de ser lo principal para ellos. Lo único que les importaba era sobrevivir. "Todo lo que veíamos era agua y más agua", contaba Mohammed, "pero lo que no teníamos era agua para beber".

El barco de Moniur se encontró con unos pescadores tailandeses que les dieron agua, pero los entregaron a la marina de su país, que los llevó a la costa y los detuvo; los barcos de Mohammed y Salim llegaron a la orilla en Tailandia, pero vieron frustrados su alivio y su alegría, y su buena fortuna, en cuestión de horas. Todos los pasajeros fueron detenidos. Todos fueron transportados por carretera a una ciudad llamada Ranong; en el caso de Moniur, amontonados en un camión de basuras. Habían perdido todo control sobre sus vidas.

Mohammed revivía su experiencia con intensidad, desahogando su pena y su desesperación; Moniur, mayor y endurecido por la vida del conductor de rickshaw urbano, tenía una memoria extraordinaria para los detalles, pero permaneció rígidamente despegado al contar su historia, como un policía que describiera la escena de un crimen; Salim, el más joven y más dulce de los tres, se mostró contenido y preciso, pero luchó para mantener la calma durante las partes más angustiosas de su narración. Ninguno de los tres, en las más de seis horas que pasé con ellos, sonrió jamás. Su destino fue el de cientos de rohingyas más. Según la única organización en el mundo que se interesa por investigar y dejar constancia de la situación de los rohingyas, una ONG constituida por una mujer (que se llama Chris Lewa y es belga) llamada Proyecto Arakan, en diciembre de 2008 salieron al menos 1.195 personas de Bangladesh con destino a Malaisia en un mínimo de 10 barcos. De ellos, se sabe qué fue de 859; los demás están desaparecidos, presuntamente ahogados o muertos de hambre y sed. Las historias de Mohammed, Moniur y Salim, cuya supervivencia fue providencial, ofrecen pistas gráficas sobre las circunstancias probables de los 329 cuyo fin se desconoce.

Moniur y Mohammed fueron trasladados por el ejército tailandés de Ranong a Koh Sai Dang, la Isla de la Arena Roja, "una colina en el mar", fue la descripción de Mohammed, a un día de barco. "Lo primero que nos impresionó fueron los zapatos que vimos en la playa, cientos de ellos", dijo Mohammed. "Como eran de los que suele llevar nuestra gente, temimos que hubieran matado a sus dueños y que ésa iba a ser también nuestra suerte".

Pero el destino, en forma de ejército tailandés, tenía otros planes. Menos sangrientos, ya que los zapatos pertenecían a otros rohingyas presos en el interior de la isla, pero igualmente siniestros. Retuvieron a los rohingyas en la isla durante 15 días, con palizas continuas (¿Por qué?: "Éramos muchos más nosotros que los soldados. Así que debía de ser para intimidarnos, para controlarnos", explicó Mohammed), y luego llegaron un buque militar y un ferry. "Cuatro de los barcos en los que habíamos llegado, incluido el mío, estaban anclados lejos de la orilla. El ferry fue y volvió varias veces para llevarnos a todos a los barcos. Cuando llegamos a ellos, nos encontramos con que les habían quitado los motores. Entonces unieron los cuatro barcos con cuerdas, y uno de los buques militares nos arrastró hacia alta mar. Nos dijeron que nos estaban llevando a aguas malayas. Pero, al cabo de día y medio, cortaron las cuerdas y nos abandonaron allí, a la deriva".

"Entonces comprendimos", continuó Mohammed, "que la promesa de Malaisia había sido falsa, y empezamos a llorar. Las corrientes empujaron los cuatro barcos en distintas direcciones y acabamos solos. Estábamos seguros de que íbamos a morir".

Uno podría dudar de la veracidad de este testimonio, y del de Moniur, que era idéntico al de Mohammed, ya que estaba en otro de los cuatro barcos abandonados, si no fuera por el hecho de que está corroborado por las exhaustivas investigaciones del Proyecto Arakan de Chris Lewa, e incluso lo ha reconocido el Gobierno tailandés. El primer ministro de Tailandia, Abhisit Vejjajiva, se vio obligado a confesar que en "algunos casos" se habían producido acontecimientos así, aunque, por lo que se sabe, no se ha llevado a cabo ninguna pesquisa oficial.

Si fuera verdad, el resultado tendría que consistir en cargos de asesinato e intento de asesinato masivo. Había 575 personas en los cuatro barcos a la deriva. En el de Moniur, el mayor, había 152. Tras 10 días de ardiente sol tropical y 10 noches de absoluta desesperación, la gente en su barco empezó a morir. "No teníamos comida ni agua; murieron 19 personas", dijo Moniur con su estilo entrecortado. "Arrojamos los cuerpos al agua. Lo único que podíamos hacer los demás era esperar que nos llegara a nosotros la hora de morir".

El barco de Mohammed tuvo más suerte al principio. En sólo unas horas, el mar agitado los arrastró hacia unos pescadores tailandeses que les dieron de comer y los llevaron a la orilla, donde los militares volvieron a detenerlos, les esposaron, les vendaron los ojos y les interrogaron -y los llevaron de vuelta a la Isla de la Arena Roja. Junto con casi 200 hombres más ("muchos tenían llagas en la espalda de estar sentados unos contra otros en los barcos"), Mohammed estuvo en el campo de concentración de la isla durante un mes.

"Entonces nos subieron a una gran balsa y nos sacaron al mar, esta vez con comida, con siete sacos de arroz y dos bidones de agua. Pero volvieron a quitarnos el motor y, al cabo de dos días y una noche, volvieron a soltarnos y nos abandonaron. Fuimos a la deriva durante dos semanas. No tenía ninguna duda de que iba a morir. No había esperanza de tierra ni de rescate. Ya no teníamos fuerzas ni para hablar". Pero entonces llovió, recogieron el agua en las telas de plástico y la vida volvió a la balsa de los muertos vivientes. Al 16º día vieron tierra, y al amanecer del día siguiente, al despertarse, descubrieron que estaban rodeados de barcos de pesca. Esta vez no eran tailandeses. Los pescadores los llevaron a su pueblo, un lugar llamado Idi, en el norte de Indonesia.

Moniur llegó a tierra al cabo de 14 días. "Encontramos agua potable, frutos silvestres para comer", dijo Moniur, "y caminamos, a trompicones entre la maleza, desde el anochecer hasta el alba. Vimos unas señales en un árbol que nos dijeron, para nuestro regocijo, que aquélla no era una isla desierta. Seguimos andando, con energías renovadas, y encontramos a algunos campesinos que nos dieron té y plátanos... Estábamos en la India. En las islas Andamán". Los nueve meses siguientes, que pasó en un centro de detención indio, habrían sido una pesadilla para la mayoría de la gente normal, por ejemplo para esos intrépidos occidentales que participan en los programas de televisión de estilo Supervivientes, en los que les depositan en una isla tropical, cargados de comida y bebida, para probar de qué está hecha su fibra burguesa. Para Moniur se diría, por su escueta forma de describirlos, que aquellos nueve meses fueron unas vacaciones relajantes antes de regresar a su vida de conductor de rickshaws en Bangladesh.

Mohammed sí llegó a Malaisia, a la provincia de Penang, donde le entrevisté. Después de que le rescataran los pescadores indonesios se despertó, tras dos días inconsciente, en una cama de un hospital indonesio. Allí conoció a un policía que, en lugar de pegarle, le llevó a su casa y, junto con su mujer, le cuidó y le alimentó hasta que recobró la salud. El policía le ayudó a hacer realidad el sueño que le había empujado a irse de su país: le dio el dinero y los medios para cruzar, de manera ilegal, pero segura, el estrecho de Malaca hasta Malaisia.

Salim, que no fue abandonado la deriva en un barco sin motor, tuvo la sensación durante un tiempo de que el destino le había favorecido. Después de pasar 21 días en el centro de detención de inmigrantes en Ranong, las autoridades tailandesas le pusieron en un barco que, le dijeron, le iba a llevar por la costa hasta Birmania. Sin embargo, llegó a la costa tailandesa, y las autoridades de inmigración lo entregaron a traficantes tailandeses; uno de los numerosos ejemplos que vi en mis entrevistas con los viajeros rohingyas, y confirmados por la activista de los derechos humanos rohingyas Chris Lewa, de complicidad entre los traficantes de personas y los funcionarios tailandeses. "Nos llevaron en un compartimento oculto bajo una furgoneta a una casa alargada en una plantación de caucho en la que había otros muchos como yo, que habían intentado ir de Bangladesh a Malaisia," recordaba Salim. "Dijeron que si les decíamos los números de teléfono de familiares o conocidos con dinero en Malaisia, ellos llamarían y pedirían el precio de llevarnos a través de la frontera".

"yo no tenía amigos ni familiares en Malaisia, y se lo dije. Pero ellos no querían creerme. Me dieron bastonazos cada día durante 10 días". Hasta que los traficantes reconocieron la derrota. El frágil chico, apenas más grande que un chico de mediana estatura de 13 años en Europa, debía de estar diciendo la verdad. Era el orgullo y la esperanza de su familia en Birmania, pero ésas eran todas sus conexiones. Los traficantes tenían un plan B: llevar a Salim y a otros nueve rohingyas en una furgoneta a un puerto de pesca tailandés y entregárselos a un pescador de arrastre.
"al principio me puse contento. Era un trabajo muy duro. Sólo tres días libres al mes. Salíamos al mar a las cinco de la tarde y trabajábamos hasta las diez de la mañana siguiente, echando las redes, sacando el pescado, limpiando las redes, limpiando el barco". Le pagaban unas monedas al día para cubrir sus necesidades elementales de comida y esperaba con ansiedad su sueldo al final del mes, deseoso de poder llamar, por fin, a sus familiares con la buena noticia de que había triunfado en su misión y les iba a enviar dinero.

Pero entonces, cuando llegó el fin de mes, vio que los pescadores tailandeses cobraban y él no; que ellos iban a la orilla a ver a sus familias, pero él no estaba autorizado a bajar del barco. "Cuando pedí mi sueldo me dijeron: 'No, tú no eres como el resto de la tripulación. Tu sueldo se paga en otra parte'. Dijeron que me habían vendido, que mi jefe se había quedado con todo mi dinero. Pregunté quién era mi jefe y me dijeron el nombre del traficante tailandés que dirigía la plantación de caucho".

¿Qué sintió en ese momento? "De pronto sentí que se me caía el cielo sobre la cabeza: me quedé mucho rato sin poder moverme. No me dijeron nada más. Creí que me habían vendido para el resto de mi vida. Creí que me habían vendido para siempre. El resto del tiempo que estuve allí, no recuerdo un día en el que no llorara en silencio".

No había posibilidad de escapar, dijo. "Oí hablar de otros como yo a los que habían arrojado al mar porque habían intentado huir". Pero una noche, cuando llevaba nueve meses en cautividad, llegaron unas personas en una furgoneta, empleados del traficante que era su "jefe", y lo llevaron en un largo viaje a través de la frontera hasta Malaisia. "Son crueles, pegan a la gente, compran y venden a la gente, son asesinos, pero conmigo cumplieron su palabra. Mis nueve meses de trabajo habían pagado el dinero que me habría costado atravesar la frontera si hubiera tenido familiares que pudiesen pagarlo".

Fue un peculiar caso de honor entre ladrones. Le dejaron en una mezquita en la provincia de Penang, Malaisia, donde se reveló que, pese a toda la crueldad que hay en el mundo, también existe bondad. Como en el caso de los isleños indios que dieron a Moniur té y plátanos, y en el del policía indonesio que cuidó a Mohammed hasta que estuvo bien y le dio dinero para que completara el viaje, cuando todos los demás habían tratado de extorsionarle, del mismo modo, Salim, cuya vida había dependido de un rescate, conoció a un anciano en la mezquita malaya que lo acogió bajo su protección. "Me dio un teléfono para llamar a mi familia, me dio algo de trabajo y me pagó un poco, y luego me dio dinero para coger un autobús hasta Georgetown, una gran ciudad malasia en la que esperaba encontrar trabajo, como así fue".

Consiguió lo que no había logrado Moniur, más viejo y más duro. Éste, al final de nuestra entrevista, un mes después de haber vuelto desde la India hasta Bangladesh, se permitió un momento de debilidad, ofreció un atisbo del horror, la impotencia y la angustia física que debió de soportar, cuando le pregunté si podría pensar algún día en volver a emprender el viaje a Malaisia. "Mire", me contestó, "pensé muchas, muchas veces que iba a morir. Muchas veces. Así que no. No volveré a intentarlo. Me voy a quedar para siempre en Bangladesh. La vida aquí es dura, pero es vida".

El campo de refugiados de Kutupalong también es vida. Es incluso una vida luminosa y alegre para el que emerge de los oscuros lugares a los que descendieron Moniur, Mohammed y Salim; luminosa y alegre, si uno se tapa la nariz y cierra los ojos ante la miseria que le rodea -ante las alcantarillas abiertas en la colina y las chabolas calientes con techos de plástico negro y suelo de barro en las que vive la gente- y lo único en lo que se fija es en los rostros de los 10.000 niños que allí viven. Tenían unas sonrisas tan grandes como Asia cuando se apiñaban alrededor de nosotros, los extranjeros, y todos nuestros gestos les provocaban risa. Una niña de unos 11 años que llevaba unos pendientes de cristal azul violeta nos pareció especialmente preciosa. Le hicimos fotografías, para las que posó como una modelo profesional, pero cuando nos fuimos del campamento sentí miedo por ella. Tenía en los ojos una capacidad de seducción natural e inocente que otras almas menos compasivas también notarían, sin duda. La idea atroz que se nos ocurrió fue que si los responsables del tráfico sexual son allí tan activos como los contrabandistas de personas, los que trafican con los sueños de los jóvenes, y nos dijeron que era así, ¿qué esperanza tenía esa niña?

Y, aunque tuviera suerte y se escapara de las garras de los malvados, que, según dicen, venden a esas niñas rohingyas en lugares tan lejanos como China, ¿qué futuro podría aspirar a tener? Las sonrisas y las risas de los niños, tan dulces y vibrantes como las de los niños con acceso a agua y jabón, y educación y Nintendos, en los mejores barrios de Barcelona o en las zonas más verdes de Londres, son los augurios inocentes y felices de una terrible condena. Si viajamos mentalmente a dentro de 10 años, veremos a la niña de los pendientes azul violeta transformarse en Nur Ayesha, una mujer de 23 años a la que conocí en una chabola sofocante.

Nur, de rostro fino, pero expresión amargada, me contó que se fue de Arakan hace cuatro años para casarse, porque ni el hombre al que amaba ni ella tenían dinero para pagar la cantidad que les exigía el ejército birmano. Después de un año de miseria en Kutupalong, su marido decidió marcharse en busca de una vida mejor. Nur no sabía, o no quiso contar, si se había ido en barco a Malaisia o había intentado ir por tierra, como hacen algunos. El caso es que nunca regresó. Suponía que había muerto, y la dejó con un niño de dos años al que no podía cuidar. "Estaba enferma y el niño también, no tenía dinero para el tratamiento; tenía hambre y no tenía dinero para comprar comida", me dijo, lo cual me trajo a la memoria la imagen que había visto en un puerto allá en Bangladesh de otra joven, metida en el agua hasta la cintura con un niño en brazos, pidiendo pescado a un barco que llegaba. Tal vez Nur lo intentó y no tuvo suerte. Así que optó por el último recurso. "Me dijeron que había gente que compraba niños. Vendí a mi hijo de dos años a unos que dijeron que venían de la ciudad".

Nur se dice a sí misma que quienes compraron al niño lo criarían bien; que lo compraron porque no podían tener hijos. Trabajadores de ONG que conocen bien Bangladesh dicen que, por desgracia, eso no es verdad; que la madre se engaña a sí misma o miente. El niño, me aseguran, está condenado a una vida de esclavo, quizá, incluso, esclavo sexual. Pregunté a Nur por cuánto había vendido al niño. Respondió sin indicar horror ni sensación de injusticia, como si el precio hubiera sido justo, que lo había vendido por 500 taka; cinco euros.

Tal vez no habría tenido la necesidad de hacerlo si su marido hubiera llegado a Malaisia y hubiera enviado dinero a casa. La pregunta es si de verdad la vida es mejor para los rohingyas en aquel país; si perseguir ese sueño merece los costes, los sacrificios y los riesgos. Mohammed y Salim, que llegaron allí, parecían pensar que, en conjunto, la respuesta era sí.

Mohammed, que había encontrado trabajo ocasional en la construcción, se ha unido a una pequeña comunidad rohingya y ha encontrado una pequeña mezquita en la que puede rezar en paz cuando quiere. De lo que se lamenta es de que no ha podido cumplir aún las esperanzas de su familia, de que no ha sido capaz de enviarles ningún dinero.

Salim, que trabaja en una tetería, sí ha enviado dinero a casa, pero ha descubierto que un tercio se lo queda inmediatamente, como "impuesto", el ejército birmano local, que controla como un Gran Hermano orwelliano a toda la población rohingya y puede detectar, mediante escuchas y espías, cuándo recibe dinero cada familia. ¿Se consideraba afortunado, a pesar de todo? Salim reflexionó largamente antes de contestar. "Me considero afortunado porque me dejaron irme del barco y me trajeron aquí, y porque muchos murieron y yo sobreviví. Pero mi temor constante es que me detengan los agentes de migración y acabe trabajando de nuevo como esclavo en un barco de pesca, y que entonces no tenga tanta suerte y me quede ahí el resto de mi vida".

Le pregunté si pensaba volver algún día a Birmania. "Me gustaría volver a ver a mi familia", dijo este chico inteligente y de ojos oscuros y tristes que, a sus 18 años, ha vivido ya mil vidas. "¿Pero cómo? No, no es posible. Ésta es mi vida ahora".
La suya y la de unos 25.000 rohingyas que han encontrado un precario refugio en Malaisia. Fui a una escuela en la provincia malasia de Penang, o mejor dicho, a una casita en la que una docena de niños rohingyas pasaban el tiempo haciendo lo que les gustaría hacer a los niños de Kutupalong: aprender a escribir, matemáticas, inglés, el Corán. En una pared había un gráfico con las banderas de todos los países del mundo en él. Pedí a un profesor que me indicara su bandera. Se lo pedí a un niño. Se lo pedí a todos los niños. Todos, en silencio y sin vacilar, colocaron su dedo sobre la bandera de Birmania, un país del que han huido, que no les quiere y les humilla y explota todos los días de su vida.

Campesinos haitianos dicen: ¡fuera la Empresa Monsanto de Haití!

de: http://www.hacesfalta.org/oportunidades/virtual/detalle/?idOportunidad=71764

El terremoto que asoló a Haití ha causado más de 300.000 muertos, 500.000 heridos, más de un millón sin techo. La vulnerabilidad de ese país frente a los desastres naturales se debe a varios factores. De estos procesos han sido responsables países colonialistas y neocolonialistas, principalmente España, Francia, Estados Unidos y las instituciones financieras internacionales, las corporaciones transnacionales y los grupos nacionales de poder económico y político.


Por su parte, la empresa norteamericana Monsanto es la mayor productora de semillas del mundo. De semillas transgénicas. Las ganancias de la multinacional cayeron en el primer trimestre del año un 19% con respecto a las que tuvo en el mismo período el pasado año. La caída se debió a la disminución en las ventas de herbicidas y productos químicos. Al no ser posible para Monsanto subir el precio de sus productos en este momento, ven su única salida en la apertura de nuevos mercados consumidores. La presencia de Monsanto llega a Haití a través de las instancias de cooperación internacional y la embajada norteamericanas, WINNER y USAID. Su misión de “promover los intereses de la política externa de Estados Unidos en la expansión de la democracia y de los mercados libres, mejorando la vida de los ciudadanos del mundo en desarrollo”.

Monsanto ya comenzó a distribuir las semillas de maíz transgénicas en las regiones de Gonaives, Kenscoff, Pétion-Ville, Cabaré, Arcahaie, Croix-des-Bouquets y Mirebalais. Olvidaron aclarar que esas semillas híbridas de maíz sólo podrán cumplir sus promesas de productividad y adaptación al clima tropical haitiano si son tratadas con herbicidas, fertilizantes y productos químicos específicos, que no por casualidad son producidos por la propia Monsanto.

Además, la característica de las semillas híbridas de Monsanto es que sólo su primera generación (la primera semilla, la que se compra) es adecuada para la siembra. Si quisieran continuar produciendo en la próxima siembra, los campesinos tendrían que volver a comprar nuevas semillas de la Monsanto. Este tipo de semillas significa el fin de la independencia de los agricultores. En este contexto, las organizaciones campesinas califican esta “donación” de un “ataque muy fuerte a la agricultura campesina, a los campesinos y a las campesinas, a la biodiversidad, a las semillas criollas que estamos defendiendo, a lo que queda de nuestro medio ambiente en Haití”.

Por eso, se trata de un nuevo terremoto más peligroso a largo plazo que el del 12 de Enero. Según denuncian los campesinos, el gobierno haitiano está aprovechando el terremoto para “vender o regalar el país a las fuerzas imperialistas y a sus instrumentos principales que son las multinacionales”. El escándalo ha sido tal, que el propio Ministro de Agricultura se ha visto obligado a admitir que “Haití no tiene la capacidad para administrar los OGM (Organismos Genéticamente Modificados)”. Y admitió que en ausencia de una ley que reglamente la utilización de Organismos Genéticamente Modificados en Haití, no se puede permitir la introducción de semillas ‘Roundup Ready’ o cualquier otra variedad de transgénicos.

Las organizaciones campesinas haitianas realizaron una gran marcha el pasado 4 de junio en la que participaron miles de campesinos, cuyo objetivo fundamental fue “Luchar contra Monsanto y sus cómplices en Haití” y mostrar una vez más la voluntad de proteger el medio ambiente de Haití y del planeta. Al ritmo del tambor e instrumentos de viento como el bambú, los manifestantes caminaron con sombreros en los que se podía leer “ABAJO Monsanto” y “ABAJO Preval” y con camisetas rojas reclamando soberanía alimentaria. Para simbolizar el rechazo a la donación de Monsanto, que califican como “venenoso y mortal”, quemaron parte del maíz de la transnacional y distribuyeron semillas criollas de maíz y varios tipos de frijoles.

Hacen un llamamiento a la solidaridad de personas y organizaciones de todo el mundo para que se les continúe apoyando en sus reivindicaciones. Escriba a las autoridades haitianas expresando su apoyo a las organizaciones campesinas. La empresa Monsanto y el responsable del proyecto WINNER reciben copia del escrito. Si usted lo desea, además de firmar, puede copiar la carta, pegarla en un email, y enviarla a la embajada de Haití en su país.

¡Globalicemos la lucha, Globalicemos la esperanza!

martes, 22 de junio de 2010

65 cumpleañios de Aung San Suu Kyi

El mundo celebra el 65 cumpleaños de Suu Kyi

En los suburbios de Rangún 300 de sus partidarios celebraron una fiesta de cumpleaños en casa de uno de sus compañeros de la oposición. Entre velas y rosas amarillas tomaron un pastel con 65 velas, liberando 65 palomas al cielo mientras cantaban "Larga vida a Daw Aung San Suu Kyi". Vigilantes de los militares vestidos de paisano estuvieron observando y grabando el evento.

Suu Kyi ha pasado 15 de sus cumpleaños bajo arresto domiciliario a lo largo de los últimos 20 años. Es la única premio Nobel de la Paz que vive bajo arresto domiciliario.

"Es una pena que ella no haya podido celebrar su cumpleaños en libertad", dijo Nyan Win, su abogado. Añadió que, confinada en su casa, Suu Kyi planeó celebrarlo dando una comida a base de pollo al curry y pan al estilo hindú a las tres docenas de trabajadores de la construcción que la ayudan a renovar su mansión.

La férrea seguridad que rodea la casa de Suu Kyi permitió que se le hiciese llegar un pastel de cumpleaños y un ramo de rosas, orquídeas y lilas enviado por sus seguidores políticos. Miembros de su partido, la Liga Nacional de la Democracia, están plantando 20.000 árboles por todo el país, la mayoría en terrenos de monasterios budistas.

Win Tin, confundador de la NLD que pasó cerca de 20 años encerrado como preso político, realizó una apasionada petición por la libertas de Suu Kyi: "A la comunidad internacional quiero reiterarla sus palabras: 'por favor usen su libertad para promover la nuestra'".

Las condenas globales por el encarcelamiento no han conseguido que la junta cambie sus violentos ataques sobre los disidentes o suavizado su postura sobre Suu Kyi, cuya gracia, carisma y popularidad intactas a pesar del largo confinamiento.

De cara a las históricas elecciones que la junta tiene planeado llevar a cabo a finales de este año, Suu Kyi sigue siendo la mayor amenaza para los militares. Será la primera vez que se produzcan elecciones en dos décadas. El partido de Suu Kyi ganó las elecciones de 1990 de manera abrumadora, pero nunca se le permitió tomar el poder.

Obama alagó "la determinación, el coraje y el sacrificio personal de Suu Kyi al trabajar por los derechos humanos y el cambio democrático en Birmania, algo que nos inspira a todos nosotros a mantenernos por la libertad y la justicia. Una vez más pido al gobierno birmano que libere a Aung San Suu Kyi y a todos los presos políticos."

El jefe de la ONU, Ban Ki-moon, ha dicho que sigue estando "profundamente preocupado" porque Suu Kyi aún esté bajo arresto domiciliario. "He estado de manera persistente y constante pidiendo que todos los presos políticos, incluyendo a Daw Aung San Suu Kyi, sean liberados sin condición tan pronto como sea posible, de modo que puedan participar en el proceso político."

El Primer Ministro Británico, David Cameron, ha escrito una carta abierta a Suu Kyi diciéndola que "encuentra su ejemplo profundamente inspirador. La injusticia de su continua detención refleja la injusticia que el régimen ha infringido en su país y su pueblo durante tantos años."

El Ministerio del Exterior Británico (el Foreign Office) pidió a las gentes del mundo que envíen felicitaciones de cumpleaños a través de la página que los diplomáticos británicos han puesto en Facebook y que han dicho que harán llegar a los representantes de Suu Kyi.

del blog Birmania Libre: http://birmania-libre.blogspot.com/2010/06/el-mundo-celebra-el-65-cumpleanos-de.html

viernes, 2 de abril de 2010

jueves, 1 de abril de 2010

Para que los pueblos no paguen la crisis

¿Quién debe pagar los platos rotos del desaguisado neoliberal? La respuesta parece obvia, deben pagar “ellos”, las élites financieras y empresariales que provocaron el desastre sin pagar ningún precio y no “nosotros”, los pueblos, que muy poco tuvimos que ver con las orgías especulativas del casino financiero mundial.
Francisco Morote Costa – ATTAC Canarias.

de http://www.attacmadrid.org/?p=1828

La crisis ni siquiera la provocó el pueblo estadounidense, ni los pueblos de los distintas naciones europeas –los islandeses, los griegos, etcétera, tan denostados-, y aún menos los pueblos de Asia, Latinoamérica y África, es decir, la crisis no la provocamos “nosotros”, los pueblos –trabajadores, contribuyentes sufridos, consumidores modestos-, la crisis la provocaron “ellos”, los grandes dueños, administradores y gestores del capital, y algunos grandes especuladores de Estados Unidos y sus congéneres europeos. Quebró el capitalismo neoliberal y para evitar una depresión económica similar o peor a la de los años 30 del siglo pasado los Estados y sus bancos centrales, bancos públicos, de todos, acudieron al rescate de los grandes bancos privados e, incluso, de algunas grandes empresas privadas (General Motors, en EE.UU.), inyectando billones de dólares, libras, euros, etcétera, que anestesiando la crisis salvaron de la ruina precisamente a las élites financieras y empresariales que la habían provocado.

¿Qué precio pagaremos los pueblos por el casino burbujeante en el que convirtieron la economía los más ricos del planeta? Lo estamos empezando a ver. Después de acudir con sumas de vértigo al rescate de los bancos y de los negocios privados y de invertir en la economía productiva para lograr una recuperación que superase lo más rápidamente posible la recesión económica y frenase la pérdida masiva de empleo, los Estados, esquilmados, necesitan, como se dice vulgarmente, ahorrar y sacar dinero hasta de debajo de las piedras. ¿Cómo lo van a hacer? Ahí estriba el quid de la cuestión.

¿Quién debe pagar los platos rotos del desaguisado neoliberal? La respuesta parece obvia, deben pagar “ellos”, las élites financieras y empresariales que provocaron el desastre sin pagar ningún precio y no “nosotros”, los pueblos, que muy poco tuvimos que ver con las orgías especulativas del casino financiero mundial. Pero no, las apariencias engañan, la llamada salida de la crisis exigirá muchos más sacrificios a los pueblos, a “nosotros” que a las élites, a “ellos”. ¿Hay pruebas de esa injusticia? Las hay. Sin ir más lejos en España se habla de reforma laboral y la CEOE propone para los jóvenes menores de treinta años contratos de trabajo propios no del siglo XXI, sino del siglo XIX, se habla de reducciones y congelaciones salariales, o se ataca al sistema público de pensiones con propuestas como el retraso en la edad de jubilación a los 67 años e, incluso, aumentar de 15 a 25 los años de servicio utilizados para el cálculo de la pensión de jubilación, lo que redundaría en un menor importe aún de dichas pensiones. Y el caso de España no es un caso aislado. Recientemente Charles Dallara, director gerente del Instituto de Finanzas Internacionales, la asociación de bancos mas grande del mundo, nada menos (¡Menuda autoridad moral para impartir doctrina!) manifestaba que para que América Latina pudiera tener una economía competitiva frente a Asia, debía “flexibilizar” su mercado laboral para facilitar el despido de trabajadores y de esta manera reducir costos de las empresas. En fin, estas políticas de ajustes ¿de cuentas?, son las recetas que en el colmo de la desvergüenza y la desfachatez pretenden imponer a los pueblos las mismas élites neoliberales que provocaron la crisis. Y se pueden salir con la suya, si los gobiernos y los Estados acatan y siguen sus dictados (dictadura de los mercados, la llamó Ignacio Ramonet), y si “nosotros”, los pueblos, permanecemos pasivos y cruzados de brazos dejándoles hacer a “ellos”.

¿Qué hacer, entonces, para que no seamos “nosotros”, los pueblos, los que paguemos la crisis?

Ante todo meter en cintura a los banqueros y grandes empresarios. Eso requiere, en primer lugar, a escala global una profunda reforma del sistema financiero internacional, reforma que comprenda no sólo la reglamentación de toda clase de transacciones financieras y el establecimiento de impuestos solidarios a dichas transacciones, como un imperativo de justicia fiscal global, sino también la supresión de los paraísos fiscales y la reforma del FMI y el BM puestos bajo la tutela de la Asamblea General de las Naciones Unidas o su supresión y la creación de organismos dependientes de dicha Asamblea; y a escala estatal o nacional, la creación de bancos públicos sin ánimo de lucro, capaces de estimular con el crédito la actividad de las pequeñas y medianas empresas y políticas fiscales progresivas que hagan pagar más a quienes más riqueza tienen, tal y como sucede, por ejemplo, en los países del norte de Europa. Sólo así, como demuestra el ejemplo citado, será posible conservar y mejorar el estado de bienestar que asegura un futuro sin zozobras al conjunto de la población.

En segundo lugar, un orden y un sistema económico internacional más justo no puede gestarse ni gestionarse desde el G-7 o el G-20, sólo puede ser impulsado desde el G-192, es decir, desde la Asamblea General de las NN UU, que podría establecer como proponía el Premio Nobel de economía J. Stiglitz, un Consejo Económico Mundial vinculado a dicha Asamblea, que coordinase las políticas económicas de todos los Estados del planeta.

Y, en tercer lugar, habría que definir los objetivos de las políticas económicas mundiales. Por un lado, poniendo fin gradualmente a la destrucción de la biosfera, de la biodiversidad y al pillaje y despilfarro de los recursos naturales, y, por el otro, satisfaciendo las verdaderas e indispensables necesidades materiales y espirituales de la población mundial y reduciendo paulatinamente las enormes desigualdades nacionales y sociales provocadas por el sistema.

La consecución de esos objetivos pasa, naturalmente, por el cambio hacia un modelo energético e industrial cada vez menos contaminante y por profundas reformas que pongan el acento en la construcción de economías mixtas, públicas-privadas, en el sentido que propone el historiador E.J.Hobsbawm y que no cifre el éxito en el mero e imposible crecimiento económico ilimitado, sino en la satisfacción de las necesidades vitales, materiales y espirituales, de los seres humanos.

¿Es posible articular ese discurso altermundista en medio de una crisis en la que a la mayoría de los pueblos la dimensión local les impide ver la naturaleza global del problema? A mi juicio hay oportunidades que no se pueden desaprovechar. Una de ellas es la cita propuesta por el presidente boliviano Evo Morales convocando a una cumbre mundial sobre el cambio climático en Cochabamba, cumbre que desde una nueva ética de la vida debería dar fe del compromiso de los pueblos en la defensa de la biosfera y la biodiversidad del planeta Tierra. ¿Estarán, estaremos, a la altura de las circunstancias?

miércoles, 31 de marzo de 2010

Nestlé y la leche para bebés

La multinacional Nestlé, de capital suizo, es la empresa alimentaria más potente del mundo. La promoción de la leche en polvo por esta multinacional en el Tercer Mundo provoca la muerte de miles de niños... ¿Por que el Tribunal Penal Internacional no toma medidas en este crimen contra la humanidad?...

La multinacional Société des Produits Nestlé S.A., de capital suizo, es la empresa alimentaria más potente del mundo. Su presencia es habitual en todos nuestros supermercados ocupando buena parte de las estanterías de productos lácteos, alimentos infantiles, chocolate y café soluble por citar sólo los ejemplos más significativos.

En los últimos años, la multinacional suiza está recibiendo numerosas críticas por su desconsideración con los más desfavorecidos del planeta.

¿De qué se le acusa?

A) Explotación directa o indirecta de los productores de cacao y café. La Nestlé controla, aunque sea sólo parcialmente, el comercio de estos dos productos tropicales y por eso es corresponsable del trato injusto dado a los campesinos que trabajan la tierra.

B) Prepotencia comercial y dominio de muchos sectores de consumo doméstico. La Nestlé es la mayor multinacional del sector alimentario del mundo. La mayoría de las veces adopta otra marca comercial para dar la imagen de una mayor especialidad (ver tabla ).

La Nestlé es como un pulpo gigante que con sus largos tentáculos se va apoderando de todo lo que pilla por delante. Sin miramientos y sin contemplaciones. Cuanto más tengo, más quiero. Esa es su filosofía.

C) Promoción irresponsable de la leche en polvo en detrimento de la leche materna.

En realidad, el motivo principal del boicot es este tercer caso. Vayamos a ver exactamente los argumentos esgrimidos por los que promueven el boicot

Los expertos en nutrición y salud recomiendan el uso de leche materna estas son sus razones...

• la leche materna... es más nutritiva que la leche en polvo.
• Contiene anticuerpos naturales que inmunizan parcialmente al bebé contra enfermedades comunes
• El amamantamiento natural ... permite el contacto directo con la madre, tan importante para el desarrollo psíquico del bebé.
• Es más higiénico que el biberón.
Fuente: UNICEF, Organización Mundial de Salud

La alimentación de los bebé con leche en polvo no solo es menos completa, sino que según que sitios es muy peligrosa. Por ejemplo en las comunidades pobres de muchos países del Sur, la leche en polvo, a menudo disuelta en agua no potable y administrada con un biberón no esterelizado, provoca la muerte de un gran número de niños y la desnutrición de muchos de ellos.

De hecho, en el Sur, la lactancia artificial mata. Según UNICEF, cada año mueren 1.5 millones de bebés por ser alimentados con leche en polvo. Las razones por las que el biberón mata son:

1) Desnutrición. Muchas madres del llamado Tercer Mundo no diluyen la leche en base a los esquemas propuestos (en los prospectos) sino en base a las posibilidades económicas de la propia familia. La leche en polvo vale dinero y las madres deben racionalizar las dosis aunque esto esté contraindicado.

2) Falta de higiene. Si bien las instrucciones de uso están en varios idiomas y hablan de las normas higiénicas a seguir para la preparación del biberón, la verdad es que no están adaptadas a las condiciones de vida de estas madres. Por ejemplo, en el prospecto puede leerse lo siguiente " Ponga el biberón y la tetina en una olla con agua que lo cubra y hágala hervir diez minutos" ... la mayoría de familias africanas no tienen cocinas con fogones como nosotros. Cocinan sobre tres piedras que sostiene una única olla calentada por un fuego de leña o de hojas. Además a menudo el prospecto no lo pueden entender (en numerosos países del Sur el analfabetismo es superior al 50%) ni aplicar (acceso difícil al agua potable)

Madres con poco dinero, pocas comodidades, pocas nociones higiénicas suministran a sus hijos leche agualida, en biberones como mucho aclarados, con tetinas expuestas al aire sobre las que posan continuamente decenas de moscas. Esa es la verdad...

Dadas estas premisas, la propia UNICEF considera que una campaña de promoción de las ventajas de la leche materna podría salvar centenares de miles de vidas infantiles cada año.

Pues, mira por donde, la Nestlé hace lo contrario. Con el objetivo de extender sus tentáculos por el Sur del Mundo, lleva muchos años promocionando el consumo de leche en polvo en esa zona del planeta.

Desde hace tres décadas se viene denunciando la promoción irresponsable de lactancia artificial por parte de algunas empresas del sector, principalmente Nestlé. Las tácticas utilizadas son numerosas: publicidad en todo tipos de medios de comunicación, muestras gratuitas a las madres, donaciones de leche en polvo en hospitales, uso de falsas enfermeras como estrategia comercial, etc.

En octubre de 1988 se lanzó en todo el mundo una campaña de boicot contra Nestlé que dura hasta nuestros días. El detonante fue una denuncia proveniente de Asia en la que se evidenciaba el incumplimiento del código de comportamiento para las empresas productoras de leche en polvo aprobado por la Asamblea de la Organización Mundial de Comercio a finales de los setenta.
Documentos escritos y escenas filmadas evidencian que Nestlé no mantiene las promesas hechas en 1984 y adopta una técnica de promoción ausenta totalmente de ética: ¡la donación a hospitales de muestras gratuita! Nestlé afirma hacerlo por motivos humanitarios, pero el objetivo es hacer mamar a los recién nacidos con leche en polvo, en vez de leche materna, aprovechando el hecho que en los hospitales del Sur va careciendo la costumbre del Norte de separar madre e hijo en los primeros días que siguen el parto. El resto, viene sólo, más si a las madres dadas de alta se les da un pote de leche. Las madres, dejan así el hospital con las mamas vacías de leche porque no han sido estimuladas, sus niños están ya habituados a mamar del biberón y en el bolso llevan un producto aconsejado por el aparato sanitario. ¿qué más falta para convencerlas a continuar con la lactancia artificial?

Pero una vez en casa la leche ya no es es gratuita, la tetina ya no está en un recipiente esterilizado. Más niños se dirigen así por el camino del calvario trazado por el biberón dado por pobres y mal preparadas.

"Las muestras gratuitas sólo se pueden enviar al Tercer Mundo para los niños huérfanos que no tienen ninguna posibilidad de ser alimentados por leche materna" - código para empresas productoras de leche en polvo.

Ver también: http://www.youtube.com/watch?v=1BCA8dQfGi0

http://www.solidaridad.net/imprimir658_enesp.htm

Que le dice un broker a un cardenal...

del blog de Isaac Rosa: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2010/03/20/que-le-dice-un-broker-a-un-cardenal/

“Como prueba de mi profunda preocupación he escrito una carta pastoral sobre esta dolorosa situación de los abusos de menores.” -Benedicto XVI, Papa de la Iglesia Católica-


Lo contaré como un chiste, aunque no da risa: esto es un ejecutivo de Wall Street que entra en un bar. Se sienta junto a la barra y descubre a su lado, en un taburete y cabizbajo ante un whisky, a un cardenal del Vaticano, con su sotana, solideo y todos los adornos habituales.

“Monseñor, ¿se encuentra bien?”, pregunta el broker al purpurado, que suspira y habla en voz baja: “Regular, hijo, regular. No levantamos cabeza con los casos de pederastia. Cada vez salen más denuncias, y no ha hecho más que empezar. El Santo Padre está desesperado, no sabe qué hacer para salvar la imagen de la Iglesia. Estamos en crisis.”

“¿Crisis?”, responde el ejecutivo, sonriendo. “De eso yo sé mucho. ¡Crisis! Hace un año estaba yo como usted, hundido y pensando que era el final. Y míreme ahora. Tan tranquilo. Si quiere, puedo darle algunos consejillos.” El cardenal se gira y lo toma por los hombros: “Por favor, hijo, cuéntame cómo lo hicisteis.”

“Se lo explicaré con sencillez”, dice el ejecutivo, que saca su blackberry para mostrarle un powerpoint. “Lo primero es dejar claro que se trata de casos aislados, individuales, que nada tienen que ver con el funcionamiento del sistema. Nosotros culpamos a la codicia de unos cuantos; ustedes pueden denunciar la lujuria de unos pocos. Pero que los fieles tengan claro que no hay nada en el sistema católico que favorezca esos abusos. Ni el celibato, ni el secreto, ni las relaciones de dominación, ni la homofobia, nada. Todo es culpa de unos pocos pecadores, manzanas podridas que hay que apartar.”

“Segundo, propósito de enmienda. Ya me entiende. Prometan algo grande, generen expectativas: digan que van a refundar la Iglesia, que han aprendido la lección, que no volverá a pasar.”

“¿Crees que funcionará?”, pregunta el cardenal, con un brillo en los ojos. “Claro, padre. Nosotros ya hemos conseguido que la culpa de la crisis sea de los trabajadores, de sus sueldos y su baja productividad. Si me hace caso, en un año acabarán echando la culpa a los niños, por ir provocando. ¿Pedimos otra copa?”

lunes, 29 de marzo de 2010

Cosas de conciencias

Por Maruja Torres, http://www.elpais.com/articulo/portada/Cosas/conciencias/elpepusoceps/20100328elpepspor_1/Tes

El día en que se reunieron en congreso todas las conciencias desechadas por sus propietarios, se produjo tal overbooking que las organizadoras tuvieron que alquilar, además del País de Nunca Jamás, el País de las Maravillas. Y aun así, las conciencias se apiñaron en los pasillos, sentadas en el suelo.
Fue un amargo éxito. Pues nunca hasta ese día –ayer, hoy, mañana– tantas conciencias en el mundo habían sufrido tanto rechazo por parte de gente que va a lo suyo sin que le importen las consecuencias de sus actos.

El congreso empezó suavecito, para que las conciencias entraran en calor, antes de atacar lo que más las angustiaba. Ante las almas allí congregadas se desarrollaron varias ponencias sobre el lenguaje incorrecto con que los humanos las maltrataban a menudo. “Dormir con la conciencia tranquila” fue tumbada, como frase, por unanimidad (“La conciencia es insomne, pero los hombres roncan”, fue la propuesta sustitutoria), y “Tener mala conciencia” recibió otra filípica por parte del respetable, que decidió que en su lugar se instalara: “No quiso ver que su conciencia estaba a malas con él o ella”.

Durante los dos primeros días continuaron mareando la perdiz, perdidas en temas periféricos, tales como determinar cuál es el sexo de la conciencia, si carecen de él, como los ángeles, o son la representación de todos los sexos, como la Esfinge. Ahí se liaron bastante, y a la mañana del tercer día las conciencias reaparecieron ojerosas, porque habían dormido peor que de costumbre, no sólo por culpa de las culpas de sus propietarios, sino porque se daban cuenta de que había llegado el momento de afrontar la respuesta a esa pregunta que toda conciencia debe plantearse en un momento u otro de su vida:

“¿Qué podemos hacer?”.

La más audaz era también la más joven, conciencia de un poeta novel que acababa de aceptar un puesto en una editorial, con el encargo de despedir a todo el personal a cambio de un alto salario, y de convertir la editorial en una fábrica de frases cortas para leerlas en los teléfonos entre dos llamadas. La más osada, pues, respondió a la pregunta que ninguna se atrevía a formular en voz alta.

–Seamos claras, hermanas –dijo–. Aquí lo único que podemos hacer, lo único para lo que hemos sido creadas, es para permanecer a pesar del repudio permanente que sufrimos. Vendrán otras conciencias, desamparadas, a reunirse con nosotras, como yo lo hice hace apenas unos meses. Me uní a ti, conciencia del amo de la patronal, y a ti, conciencia del sindicalista vendido, y a ti, conciencia del periodista traidor, y a ti, conciencia de la mujer hipócrita, y a ti, conciencia del banquero que jugó a las burbujas financieras, y a ti, conciencia del empresario saturnal, y a ti, conciencia de la mujer que se prostituye jefe tras jefe, y a ti, conciencia del depredador inmobiliario, y a ti, conciencia del presidente autonómico venal, y a ti, conciencia de los jueces más supremamente malignos, y a ti, conciencia del idealista político que cena con la mujer que despelleja hermosos animales, y que también ha rechazado a su conciencia. Creo que te veo por ahí, querida, ¿cómo estás?

La aludida se enjugó una lágrima y saludó modestamente a la concurrencia, que le dirigió un cálido aplauso.

Nuestra misión consiste en permanecer –siguió la joven conciencia–. Ya sé que es muy duro quedarse mano sobre mano mientras nuestros dueños destrozan el mundo con su ambición, su grosería, su maldad, su violencia, su cinismo, su ceguera… Pero, precisamente porque sabemos que nosotras, las conciencias, no atormentamos sino a aquellos que merecen paz y salvación, nuestro único futuro consiste en sentarnos y esperar a que ellos mismos llamen a nuestra puerta. El hombre que no puede mirarse en el espejo porque empieza a avergonzarse, ése, algún día, nos reclamará. Pero por cada sinvergüenza arrepentido, en verdad os digo que el mundo está lleno de canallas que mueren ciegos de vanidad, de egoísmo y de avaricia. ¡Mala puñalá les den!
Todas las conciencias se levantaron a una y su grito fue un único clamor: “¡Qué concienzuda es!”.

Finalizada la sesión, las conciencias, más animadas después de saber que otras conciencias más jóvenes las reemplazarían dignamente, eligieron la Conciencia del Año. Y después se fueron de copas.

viernes, 19 de marzo de 2010

Feliz Dia del Padre

La realidad de ser padre en el mundo, por Save the Children

En el día que muchos celebramos el día del Padre, queríamos hacer un homenaje a todos aquellos padres que viven en países en donde la realidad expone sus vidas a enormes y difíciles retos. Para ellos y también para vosotros, felicidades.

Cada año, más de 500.000 mujeres mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Más del 99% de estas muertes se produjeron en los países en desarrollo y la gran mayoría en África y Asia.

Como consecuencia de esta horrible situación, cada día, muchos padres se quedan solos frente al cuidado de sus hijos. Y esta realidad, agrava otro escenario ya de por si complicado, el de la mortalidad de niños y niñas menores de cinco años. Según reivindicamos en nuestra campaña Todos contamos, en todo el mundo, cada año 10 millones de niños mueren antes de cumplir su quinto cumpleaños.

En el Día del Padre, queremos recordar y hacer un homenaje a Andel, Ramadan, Safari, Gnohou, Aashish, Hamidulla y Kamera. Todos son padres que viven precisamente allí donde las estadísticas son más severas, donde la realidad es más dura pero donde, ser padre, significa lo mismo.

http://www.savethechildren.es/det_notyprensa.php?id=164&seccion=Not&refMail=eNot

España es el octavo país exportador de armamento pesado

En las dos legislaturas del PSOE se han vendido casi el triple de armas que con Aznar, según un informe.
España es el octavo país que más armamento pesado exportó entre 2005 y 2009. Sólo contando las armas vendidas en 2009, se situaría en el sexto puesto. En las dos legislaturas del PSOE se han vendido casi el triple de armas que en las anteriores con José María Aznar como presidente. En 1996, España ocupaba el puesto 16.

EEUU y Rusia siguen siendo los principales exportadores. China es el país que más armas ha comprado en los últimos cuatro años.

El Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) publicó el pasado lunes el resumen de venta de armas de 2009. Esta institución sueca nació en 1966 a petición del Parlamento, que cada año invierte fondos en ella para estudiar el desarrollo armamentístico internacional.

Según el SIPRI, su base de datos es la única que incluye la venta de armamento convencionales desde 1950. Los datos no incluyen, sin embargo, el armamento ligero. Al ser un mercado "inestable y poco transparente", los autores del estudio advierten de que puede haber algún tipo de incorrección o pueden faltar datos. No obstante, las cifras que corresponden a España no son nada esperanzadoras.

EEUU, principal importador de España

Desde que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, empezó su primera legislatura en 2004, España ha vendido un total de 3.170 armamento convencionales. El principal producto armamentístico vendido por el Gobierno son barcos, seguido de aviones de carga, sensores y vehículos blindados.

Según la base de datos del SIPRI, entre 2008 y 2009 el país que más armanto recibió de España es curiosamente EEUU, el mayor exportador. Fueron 36 aviones de vigilancia marítima CN-235MP. El segundo fue Colombia, que recibió 15 unidades de obuses SBT de 150 mm, cuatro aviones de transporte C-295 y un aparato más CN-235MP. Los acuerdos de venta se firmaron en 2004 y 2005 respectivamente y su reparto se debía hacer en 2008.

En estas estadísticas no aparece la venta de armas ligeras a Israel en 2008. El Gobierno proporcionó a los israelíes seis meses antes de la invasión de Gaza un lote valorado por más de 1,5 millones de euros en pistolas, ametralladoras, fusiles, cámaras, equipos de infrarrojos, etc.

Más ventas que con Aznar

Varias ONG como Amnistía Internacional e Intermon Oxfam, en un informe de septiembre de 2009, criticaron enérgicamente que España siguiera vendiendo armamento a países en conflicto como el propio Israel o Sri Lanka.

En lo que se refiere a las bombas de racimo, España tardó mucho en aceptar la propuesta de Dublín hace dos años para prohibirlas. Las cifras de las dos legislaturas socialistas, comparadas según los datos del SIPRI con las de Aznar, son claras.

Entre 1996 y 2004, España vendió 1.275 unidades. De 2004 a 2009, 3.170. Comparando la primera legislatura de los conservadores (1996-2000), con la de los socialistas después (2004-2008), habría una diferencia de 1.097 unidades vendidas de más por el PSOE.

EEUU y Rusia, los que más venden

El ránking de los principales exportadores de armamento de este tipo está encabezado por EEUU con 34.596 unidades en el periodo 2005-2009; le sigue Rusia, con la venta de 27.216 armas en esos años; y Alemania quedaría en tercer lugar con 12.359.

El de Pekín es el Gobierno que más armas compró en los últimos cinco años según el SIPRI, con un total de 10.892 unidades. Sin embargo, resulta llamativa la cantidad de armamento que compró India en 2009. En total fueron 2.116 unidades, lo que hace que fuera el país que más armamento adquirió el año pasado. España ocuparía el puesto 23 en dicho periodo, con una media de 341 unidades al año.

Daniel del Pino - Público.es

18-03-2010
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article13809

lunes, 8 de marzo de 2010

Khao Yai, la crisis y Galeano

A proposito de las fotos que he puesto de nuestro fin de semana en Khao Yai, aqui os dejo un link a la wikipedia, con algo màs de informaciòn sobre el parque.

http://es.wikipedia.org/wiki/Parque_Nacional_de_Khao_Yai


Y, màs reacciones a la ridicula campania contra la crisis...
http://www.attacmadrid.org/?p=1759

Y por ùltimo por hoy, un articulo del siempre sabio Galeano, dedicado especialmente a mi madre... (sé q te va a encantar!)...

Quién es más rico?


28 Febrero 2010
Eduardo Galeano
http://www.attacmadrid.org/?p=1741


“Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?  ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!  ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de… años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De ‘por ahí’ vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el ‘guarde que alguna vez puede servir para algo’, pasarse al ‘compre y bote que ya se viene el modelo nuevo’.Hay que cambiar el auto cada 5 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre¡ como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo.

¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos utilidad a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar, guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!

¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía ‘éste es un 4 de bastos’.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: ‘Cómase el helado y después tire la copita’, nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡como la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de conservas se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la ‘parienta’ como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la ‘parienta’ me gane de mano y sea yo el entregado.